Explora los viñedos en patinete eléctrico con Riqu’ecotours

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El sol ya brilla con fuerza en esta mañana de verano. Alexandra, de Riq'ecotours, nos recibe con una sonrisa en el corazón de Riquewihr, en el Domaine de la Tour Blanche. Nos lleva unos pasos más allá, hasta el cobertizo donde se guardan los patinetes eléctricos para la sesión informativa de salida.

Vincent
Alsacien jusqu’au bout des ongles, Vincent aime parcourir sa région à la recherche de nouveaux spots photo à pied, à vélo ou en voiture s’il le faut! Amateur de grands espaces, il n’a pourtant rien contre de petites pauses culturelles et gourmandes de temps en temps.

Mi opinión resumida

  • intercambios amistosos y profesionales por correo electrónico
  • visita y degustación en la bodega familiar
  • lo fácil que es manejar los patinetes
  • la sensación de libertad
  • cata de vino y chucrut
  • nada, o el hecho de que parece demasiado corto quizás

De la teoría a la práctica

Con las gorras en la cabeza y los cascos en las manos, escuchamos atentamente las instrucciones. Margot, una compañera a la que he llevado a esta aventura, no parece muy tranquila. Alexandra nos tranquiliza diciéndonos que “es realmente muy accesible, incluso si nunca has montado sobre dos ruedas”.

El concepto es sencillo pero muy eficaz: descubrir los viñedos de los alrededores de Riquewihr por tu cuenta con uno de los 6 scooters durante 1 hora y media o 3 horas. Para los afortunados, la mañana continuará con una degustación de los vinos de la finca familiar y un almuerzo especial ofrecido como parte del paquete en el restaurante Médieval (servicios disponibles para todos con un coste adicional).Un programa que hace la boca agua, pero mantenemos nuestra concentración en las instrucciones destiladas por Alexandra…

En cuanto al equipamiento, estos patinetes eléctricos de aspecto atractivo tienen marchas montadas en el manillar. El frenado y la aceleración se realizan como en un scooter convencional, y tienen una autonomía de 50 km. Hay varios compartimentos portaobjetos, incluido un cofre superior para la cámara o el bolso, y un soporte de smartphone para la función GPS.

¡Vamos a dar una vuelta!

Tras unos cuantos acelerones y las primeras curvas (al principio sorprendentes), salimos en dirección al Grand Cru Schoenenbourg. Es una subida bastante dura, pero los scooters no se dejan vencer y se la toman con calma. La vista es preciosa y, tras unas cuantas fotos de recuerdo, aceleramos hacia Zellenberg por el camino de Géovino. Los kilómetros pasan volando sin el menor esfuerzo: ¡es pura diversión!

Laiglesia fortificada de Hunawihr está ya muy cerca de nosotros. La bordeamos a través de los viñedos para enlazar con el carril bici de Ribeauvillé. Todo va a las mil maravillas y ahora tenemos plena confianza en nuestras “monturas”. Energizados, nos permitimos acelerar un poco más en el viaje de vuelta. El aumento del ritmo nos dio una gran sensación de frescura y control, sobre todo a la sombra o al borde del bosque.

Tras el esfuerzo, la comodidad

Tras un desvío por Sigolsheim, regresamos a la finca. Tras esta primera parte más que satisfactoria, nos esperaba la siguiente. Estelle, la madre de Alexandra, nos enseñó la bodega y los productos de la familia. Es un día fresco. Hay que decir que la casa se construyó sobre la antigua muralla de la ciudad. También podría decirse que los muros son gruesos.

Tras una visita a las (magníficas) cubas de madera, comienza la degustación. Estelle se esmera en adaptar el programa a nuestros gustos. Nos encantó descubrir los vinos producidos en los distintos lugares que habíamos visitado en nuestros scooters, como el Grand Cru Schoenenbourg (donde se produce el Riesling, por el que siento debilidad).

Una experiencia 100% Riquewihr

Ha llegado el momento de dar las gracias a Estelle y Alexandra y dirigirnos al centro de la ciudad medieval, a pocos minutos a pie de la finca. Nos instalamos en una de las terrazas más bonitas de Riquewihr, con vistas a la torre Dolder. Se está bien a la sombra y, a pesar del calor, se nos ha abierto el apetito.

Tanto mejor, ya que el menú es generoso y te permite probar una de las especialidades de Riquewihr: el chucrut verde (también conocido como Riquewihrienne). Se trata de un chucrut clásico en el que la col se ha endulzado con nata y un montón de hierbas: perejil, albahaca, eneldo, perifollo, etc. ¡Un festín para la vista y el paladar! Las hierbas y la nata reducen la acidez de la col y combinan perfectamente con embutidos.

Terminamos esta mañana de Dolce vita ‘à l’alsacienne ‘ felices y llenos. Esto demuestra que no sólo en la Toscana se pueden recorrer los caminos rurales sobre dos ruedas, disfrutando del pintoresco paisaje y sintiendo el aire fresco en la cara…